miércoles, 12 de mayo de 2010

Fito Páez Confía


Recién llego de la presentación a los medios que hizo Fito Páez en la Casa de América, en Madrid. Fui como invitada, luego de participar en un sorteo del que me enteré vía Twitter. En un primer momento no tuve suerte, pero ayer, vía Facebook, los de Casa de América me dijeron que “de rebote” me tocó una entrada, así que confirmé que podía ir y ahí estaba hoy a las 12, con mi pasaporte y DNI, porque me dijeron que debía presentarlo. Yo me imaginaba que el lugar estaría lleno de gente, con todo el mundo esperando, y que por eso habían sorteado sólo 6 entradas para quienes quisieran ir. Cuando llegué, hice un ratito de cola en la escalera que baja al anfiteatro. A los medios los registraban en la lista correspondiente, y cuando yo llegué, con mi documentación en mano, simplemente me preguntaron si era una invitación y me dejaron pasar. Pasé, y cuál fue mi sorpresa: la sala estaba casi vacía!
Fito estaba sentado frente al piano, los fotógrafos todos juntos a la izquierda, y muchas personas solas, como yo, que venían a enterarse de lo que diría Fito de su nuevo álbum. Todos desperdigados en la primera mitad del anfiteatro, algunos de a dos, y muchos con sus cámaras de fotos de bolsillo, de esas que uno sabe que son para sacar fotos sin más pretensiones que registrar un momento que para uno es importante. Miré rápidamente las sillas disponibles y elegí una en la primera fila, hacia la derecha. Para mí, el mejor lugar. Cerca del escenario, lo veía a él muy bien, medio de perfil, y también podía ver, debajo del piano, sus piernas, sus pies, y sus manos entrelazadas, si no estaban dibujando mariposas delante de su cara. A su derecha, arriba, en una pantalla, la portada del disco, y a la izquierda, en otra pantalla, el logo de Casa de América y la loneta del recital.
Él estaba tocando el piano y todos los camarógrafos tomando sus imágenes, cuando el que organizaba sugirió que fueran empezando las preguntas y todos se retiraron de a poco. Pero Fito dijo: “Pero si estamos acá tranquilos, tocando un poco!” Y siguió tocando el piano.
La primera pregunta fue la de una periodista venezolana que le preguntó acerca de la gira por Latinoamérica. Y luego, un silencio... Nadie se animaba a seguir, el coordinador insistió un par de veces, Fito bromeó con que si no, lo dejábamos ahí, y empezaron a preguntar. La segunda pregunta fue de un chico que preguntó qué aportaba este disco a su carrera. Y él le respondió que a la carrera, nada, porque él no estaba corriendo ninguna carrera, ni contra otro ni contra sí mismo. Dicho esto, empezó a hablar del proceso de construcción del disco, que según él fue muy especial porque iba “sin nada”, era un septeto que se juntó en una casa “lejos de Buenos Aires, algunos con sus hijos” y a crear. Sólo llevaban un par de ideas, “alguna demo vieja” y no tenía la presión de vender. Un señor le preguntó qué había de Rosario en él, y Fito dijo: “Todo, esto (señalándose la ropa) es Rosario”. Después dijo y repitió que “cada uno es hijo de su padre y su madre”, cosa que yo interpreté como que el origen te marca, aunque no sé si es correcto desde su lugar, pero definitivamente es verdad desde mi perspectiva. Otra periodista la preguntó por el título, CONFIA, y dijo la chica “Confía, aunque podría ser Confiá...” “Sí, no tiene el acento porque son mayúsculas”, dijo Fito. Pero ella quería saber “¿En quién confía Fito Páez?” Y Fito volvió a hablar sobre el proceso de creación del disco: fueron sin presiones, un grupo de amigos, a una casa, “con esto”, y se puso a tocar el piano. Eran unos pocos acordes, “esto”, había que escucharlo y listo, ¿qué otra explicación necesitábamos? “Después sí, nos fuimos al mar, a la playa, a meter las patas en el agua y a tomar unas cervezas... Y a que salgan los textos. Es como si te tiraran en Hong Kong y vos sin hablar inglés, ni ningún idioma asiático, y tenés que ganarte el pan”. De ahí la confianza. También, de cierta certeza: “cada uno tiene 4 ó 5 temas”. Y agrego yo: de ahí en adelante, todo es un regalo, y hay que disfrutar lo que pueda surgir, y el camino mientras tanto. Alguien le preguntó también por Charly García, una periodista comentó acerca de su espíritu crítico (por lo de Arjona, por ejemplo), a lo que él respondió “Qué dura!” Pero ella quería saber dónde estaba su parte oscura, y él le contó que en su opinión, London es una canción triste, aunque él sigue buscando “una flor en el pantano”.
La última pregunta la hizo una periodista de EFE, que le dijo que sabía que lo próximo que haría sería algo con una orquesta, que estaba con una película... Y él le preguntó cómo era que sabía todas esas cosas, a lo que ella le contestó “Porque me lo dijiste en una entrevista”. No sé si él se acordaba de ella o no, pero el tono fue algo así como “Qué hacés revelando mis secretos”, que me sacó una sonrisa. Ella, que todavía no había preguntado, le dice si este disco es de alguna manera un remanso antes de ese trajín. Y él le dice que no, “Muchas veces, uno no sabe si esa canción va a ser para una película o para qué. Hay mucho de tormenta y maravilla en esto”.
Yo lo escuchaba encantada, consciente del privilegio que suponía esa situación, ese ambiente tan íntimo, disfrutando. Al final, muchos fotógrafos se agacharon delante de mí, porque efectivamente yo estaba en un buen lugar. Uno de ellos se puso a sacar retratos, disparaba todo el tiempo; y cuando él miraba sus tomas, yo también las veía. ¡Qué buenas! Yo miraba todo: a los periodistas preguntándole, a él respondiendo, a los fotógrafos, y creo que siempre con una sonrisa: esto no pasa todos los días.
Terminaron las preguntas, y cantó “Tiempo al tiempo”. Después, ronda de fotos al lado de la cartela de la gira, y entonces me levanté dispuesta “a todo”: foto y autógrafo del CD “El amor después del amor”. Primero, la chueca, en el librito de las letras, con un indeleble gordo que me prestó el señor que tuvo su firma antes que yo, y que dijo: “Es para Lucía”. Yo le dije “Es para mí, para Julieta”. Y él: “Para Julieta, con amor...”. No me lo creí del todo, pero me sacó una sonrisa. Y después, le pedí a la chica de EFE que me sacara una foto. Él estaba cómodo (al menos lo aparentaba), pero otros intentaban terminar con el show/man, así que me le acerqué, la foto salió medio apurada, pero al menos creo que los dos miramos a mi cámara. Yo estaba feliz, contenta por el pequeño milagro de miércoles. Tanto que una camarógrafa me pidió una imagen del autógrafo, y yo después le propuse la tapa del disco. Un disco que tengo desde que en octubre de 2007 (o 2006?), cuando un compañero de trabajo (Santi) viajó a Argentina a ver a su abuela y me lo compró. Y lo más gracioso es que tiene unos rulos igualitos a los de Fito, y también usa anteojos!
Yo creo que Fito puede decir que muchos de sus temas son tristes, sombríos... Pero yo salí cantando “Dar es dar”, y él definitivamente ya nos ofreció su corazón. Vuelvo a escuchar “Tiempo al tiempo”, y sí, Fito puede ser consciente de que todo tiene su lado oscuro, que todos tenemos nuestros momentos, pero para él, como para mí,
“Cada día es una oportunidad
de salir a la calle y enfrentar al viento
Los sueños a veces se hacen realidad
dale tiempo al tiempo”

Gracias Fito, por tus canciones inolvidables, y por seguir creyendo en esta linda vida.
Y gracias a Casa de América por invitarme hoy.

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