Hoy quiero reflexionar sobre el Alzheimer, y sobre la importancia de la memoria para nuestra identidad, tanto personal como social.
Cada uno tiene una relación especial con la memoria: está el que se acuerda “de todo”; el que nunca olvida un teléfono o una fecha; el que tiene “mala” memoria para determinadas cuestiones de la vida, y curiosamente “buena” para otras; el que nunca estudió “de memoria”; el que tiene mejor memoria visual que de nomenclaturas; el que indaga más allá de su memoria personal para encontrarse con la historia cercana, a través de los recuerdos de los familiares; el que siempre sabe una historia; o el que se había olvidado de algo pero una voz familiar o un relato le devuelve un sinfín de sucesos y sentimientos. Las personas que son capaces de recordar cosas que a mí se me escapan, o de buscar ahí donde no elijo investigar, me maravillan, me deslumbran. No siempre es importante la relevancia de la información, precisamente porque lo que más me sorprende es que recuerden
eso, ese detalle que a mí me parecía nimio.