sábado, 19 de junio de 2010

En honor a nuestro lenguaje, en su día

Empecé este post ayer, anticipándome al día de hoy. Pero la vida tiene estas cosas, te sorprende, te cambia en un instante y te fuerza a cambiar el rumbo. Cuando ese cambio ocurre por algo que te conmueve, es fantástico, aunque duela, aunque no haya marcha atrás.
Ayer empezaba a escribir con un “Mañana”, por hoy. Hoy es el sábado más cercano al solsticio de verano, y es el Día del Español, una buena excusa que inventó el Instituto Cervantes para hablar de las palabras. Una iniciativa no exenta de polémica: hace unos días, desde la página web de El día E denunciaban un sabotaje y ya no se podía votar la palabra favorita, ni proponer vocablos nuevos en el Ficcionario. Una pena, con la cantidad de palabras que me gustan... Pero eso no nos quita la posibilidad de escribir sobre las palabras, de pensar en su significado, en la manera en que las usamos cada día, o en su musicalidad (por cierto, ¡qué lindo suena eso!).

Hace un tiempo, escuchando a Silvio Rodríguez me encanté con un par de palabras cuyo significado no tenía muy claro, que por ello no usaba cotidianamente y que para mí, sonaban a maravilla. Hablo de “sortilegio” e “inefable”. Tuve que ir al Diccionario de la Real Academia para aclararme, y enterarme que era quizás razonable que “sortilegio” me pareciera magia.
Yo creo que muchas veces no tenemos conciencia de la cantidad de sinónimos de que disponemos, de las infinitas combinaciones que podemos hacer para decir las cosas mejor, con más precisión y por qué no, apelando a otras metáforas que las más trilladas y conocidas. A veces cuesta, nuestra inercia no sólo incluye las muchas muletillas (¿cada cuántas palabras decimos “vale” u “o sea” en una conversación?), sino un repertorio bastante limitado de palabras que nos resultan familiares y las tenemos siempre “en la punta de la lengua”. Pero basta con escuchar a otros para darnos cuenta de lo rico que es nuestro idioma. Y no hablo de lunfardos ni giros locales, basta con abrir un poco los oídos (y la cabeza), escuchar (y no sólo oír) y podremos dar rienda suelta a nuestra imaginación e inventiva. Por decir, el Página/12 de hoy tituló su despedida a Saramago “El cerrajero de almas”, y Galeano dijo sobre su ausencia que “Hay cosas que se dicen callando” (en el Pirulo de Página, en el mismo diario). O en un ámbito más terrenal, la lista de la verdulería en España y en Argentina:
Albaricoque / Damasco
Melocotón / Durazno
Fresa / Frutilla
Piña / Ananá
Aguacate / Palta
Patata / Papa
Maíz / Choclo
Guisante / Arveja
Judía / Chaucha

Nosotros podemos hacer magia con las palabras; los maestros desafían las reglas y las formas para mostrarnos que no todo está inventado, que la lengua como sistema podrá ser estático pero la forma en que nos la apropiemos sólo tiene por límite nuestra imaginación.

Les dejo "Quién Fuera", de Silvio. De ahí era la palabra "sortilegio".

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